Le tengo un inmenso respeto a la palabra. Quizá por eso, pocas veces me he decidido a escribir teatro; en realidad, solo he terminado tres;
nunca me atreví a divulgar las las dos primeras: “Bancos de madera” y “Los espíritus de la calle Quintana”.
La tercera, “Cuentos del burdel”, la escribí en 2005 a petición expresa de mis amigos Beatriz Carvajal y Miguel Rellán.
Se estrenó en el teatro Maravillas de Madrid, donde permaneció una temporada y luego inició una larga “tourné” de casi un año por muchas de las mayores ciudades españolas.
Cuenta la relación, a veces tempestuosa a veces conmovedora, que se produce entre un escritor de éxito en crisis creativa y su asistenta.
Y como suele ocurrir en las buenas comedias, las carcajadas que explotan desde casi el principio, acaban por transformarse en inquietantes incógnitas.